sábado, diciembre 23, 2006

Detonantes (o cuento de Navidad)

Qué más da si Madrid o madrugada cuando suena el despertador con voz tan ronca. Al primer abrir de ojos la arena empieza la carrera por el embudo de un nuevo día, como si alguien le corriera detrás. Te dejas caer en mitad de la calle y el aire te corta las mejillas con zarpazo de sable. Escondes el cuello bajo el abrigo, inalcanzables tus heridas de guerra contra la ciudad vestida de fiesta; semáforo a semáforo desfilas entre desniveles de este monstruo madrugador que es el asfalto en diciembre.
En tu puesto de trabajo caras pálidas y dedos como gusanos encarnados vendrán a pedirte un billete que les lleve a donde no quieren ir: al trabajo, a un examen, de vuelta a una casa donde nadie les espera. Por eso les has visto llorar al retirar su cambio, gracias. A veces abren las manos y dejan caer las monedas al suelo. Sólo a veces por torpeza.
Acabarás el turno y saldrás a la calle, los bolsillos llenos de lágrimas de otros. Serpenteando entre la gente, nadie te mirará ni te tocará. En dos pasos te plantarás en casa, que es el único vientre, y abrirás el buzón pensando que ayer sobró comida, que la vida está muy cara, que mañana todo vuelve.

Pero entre la propaganda y las facturas brillará un sobre arrugado, pequeño, escrito a mano.

No regresa, pero desde una ciudad lejana, impronunciable, piensa en ti mientras pasea por calles iluminadas.

De pronto, la casa es cárcel y no vientre. De pronto, los tejados son ciudades, y las luces, guiños. De pronto, cables como puentes.

4 Comments:

Blogger República B612 said...

De pronto cajones mal cerrados, memorias derramadas, calendarios asustados. De pronto noches en vela, cuchillos camuflados de esperanza, desfiles luminosos de tristeza. De pronto tempestades de diseño. De pronto, el estómago se sube a la cabeza, las sonrisas de la gente hieren, el destino se equivoca. De pronto, el tedio y el odio se enamoran. Al fin, ya nada importa, de pronto.

6:10 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

No eres la única que siente así, pero de entre muchos, si lo eres para poder expresarlo...

8:55 p. m.  
Blogger La Otra said...

Árboles suicidas, pistolas cargadas.
El aire, que quema, vuelve a abrir las puertas.
El frio, que mata, se cuela hasta tu cama.
Y es que ningún Diciembre, había sido antes tan cruel.

De pronto,
dejó de ser un día más.

5:25 a. m.  
Blogger I M Q said...

El verdadero diciembre, el del frío acongojado, todavía estaba por llegar (de hecho muy pocos sabían que a mediados de febrero se decretaría un nuevo calendario, menos acomplejado y más laxo, donde las nieves pasarían sin pedir permiso).

Se lo dije a L. cuando amenazó con poner nuestra vida en un sello y mandarla de viaje al paraíso perdido (le llamó Kenya, que está más de moda). De allá nadie regresa, le espeté. Precisamente, razonó, con la que se avecina más nos valdrá brindarle un pasodoble a la nostalgia.

Nunca supe bailar, para mí el tango era Gardel y la polca un vals de dos tiempos. Cualquier brindis hubiera sido bueno, así me dejé torear. La tragedia del día a día: levantarse y ver en la moqueta que anoche fue culpa del cava.

La tragedia de mañana: decirle adiós a la niebla, dos segundos más tarde que el adiós-mano-de-pañuelo.

La tragedia imperecedera: pactar con el espejo una rendición bilateral y creer, un día más, que no hay para tanto...

6:44 p. m.  

Publicar un comentario

<< Home