sábado, septiembre 16, 2006

Arquitecturas

Adora abrirla en diez e investigarla, limpiar semillas, nombres, voces, colados hace tiempo entre sus dientes. Barre su piel y sus guaridas con arcilla oscura de otro tiempo, mares bravos de saliva, olas y mares de lenguas, vientres y lenguas y dientes y un ciclón de hiel sobre su ombligo. Pasado sacro y ciego, cierto sólo bajo el marco de saberse escrito para ella, por si un día el amor que los acerca amanece exhausto y se revela como un puente diseñado y construido por una mano sola, un solo brazo, un puente colgado de un solo lado. Jamás Write ni Le Corbusier, lo sé, lo sé, lo supo siempre, lo gritó su abrazo, fuerte rama, larga espera, suave arena desfilando hacia el borde del mundo como un río de tiempo.
Y así la Muerte, bailando entre los tótems de su propia idolatría, irrumpe en la escena de todos los crímenes del mundo, de todas las muertes minúsculas a las que ya no llegó a tiempo. Y deja de bailar. Y calla.

1 Comments:

Blogger Unknown said...

y se hace el silencio...

7:08 p. m.  

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