miércoles, agosto 30, 2006

Diez mandamientes

1- Amarás a Dios sobre todas las cosas, incluso sobre aquellas que son tan hermosas que te hacen pensar ojalá no haya nada después de la muerte. Ojalá el paraíso sea esto. Ojalá el paraíso seas tú.
2- No tomarás el nombre de Dios en vano, ni siquiera cuando la belleza sea tan grande que sólo se pueda definir con lo que no existe. Con lo que no es.
3- Santificarás las fiestas, sobre todo aquellas en las que no hay más vino que el corre por las venas, ni más ostia que la de unas piernas en agudo.
4- Honrarás a tu padre y a tu madre, incluso en la ruptura que implica entender en plena tormenta que no te consultaron antes de hacerte lo que eres.
5- No matarás, ni siquiera a quien te pida la muerte lenta y dulce del orgasmo.
6- No cometerás actos impuros, ni siquiera cuando creas, a través de la alquimia, poder convertirlos en oro.
7- No hurtarás, ni siquiera cuando nos encontremos cara a cara y quieras arrancarme los ojos a mordiscos.
8- No dirás falsos testimonios ni mentiras, ni siquiera cuando la ficción sea más hermosa, más pura, más cálida que la realidad.
9- No consentirás pensamientos ni deseos impuros, ni siquiera a esa hora de la noche en que la mente viaja donde el cuerpo tiene vetada la entrada.
10- No codiciarás los bienes ajenos, ni siquiera cuando sepas que sólo tú, seamos sinceros, resistirás tanto aleteo sin abrir la mano en que me tienes.